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Apunta la fecha porque la humanidad ha llegado al astro rey. La sonda Sola Parker ya está viajando por dentro de la corona solar y de momento sigue intacta.
Apuntad el 15 de diciembre de 2021 en vuestro calendario de efemérides porque se ha convertido en el día en que, por primera vez en la Historia, supimos que la humanidad ha llegado a “tocar” el Sol. Se trata de la sonda Sola Parker de la NASA, que lleva desde 2018 acercándose a nuestra estrella y que ahora se ha adentrado dentro de la corona solar.
El acontecimiento puede sonar a ciencia ficción, otro hito hacia el futuro de las novelas después de la llegada del hombre a la Luna (porque sí, Armstrong estuvo allí por más que las teorías de la conspiración digan lo contrario); pero pertenece más aun al terreno de la mitología, a un anhelo ancestral. Desde el origen de los tiempos la humanidad soñó con llegar al Sol pero nadie se lo había tomado demasiado en serio. Era una empresa imposible: a Ícaro se le derritieron las alas de cera al volar demasiado alto y Faetón -que era hijo del mismo dios Sol (Helios)- la lio parda cuando trató de montar en el carro solar. Tanto que achicharró África volviéndola un desierto y “quemó” la piel de los Etíopes. Con el Sol no se juega.
We’ve touched the Sun! ☀️ Announced today at #AGU21, NASA’s Parker Solar Probe has officially become the first spacecraft to fly through the Sun’s outer atmosphere, or corona. Learn more: https://t.co/PuvczKHVxI pic.twitter.com/CuJQ2UMymi
Y, sin embargo, la humanidad ha creado un carro espacial para volar hasta allí. Esperemos que no rompan nada. La sonda, que por motivos obvios ni está tripulada ni es de cera, realizó contacto con el Sol el 28 de abril, pero los datos han tardado todos estos meses en llegar a la Tierra y en ser analizados y confirmados por los científicos.
Hay que matizar ese contacto. No se trata de haber tocado el núcleo ardiente de la estrella, sino con la corona solar, que es su capa más externa y se extiende a más de un millón de kilómetros de su origen. No intentes verla por ti mismo, que dicen que te puedes quedar ciego, pero es aquella “corona” que resplandece cuando hay un eclipse.
Para poder acercarse al astro rey sin quedar achicharradita como Ícaro, la sonda Sola Parker posee una ingeniosa placa interior de cara al Sol que, pintada con cerámica blanca, le permite reflejar el calor. Pues sí que era fácil... Bueno, no, la joya de la corona es un escudo protector térmico formado de espuma de carbono que protege la nave de la inmensa energía de las explosiones producidas por nuestra estrella.
Su misión comenzó en agosto de 2018. Desde entonces, Sola Parker se ha ido aproximando progresivamente a la estrella hasta llegar a tocarla en esta, su octava aproximación. Más allá de la proeza histórica de adentrase hasta tal punto hacia la fuente de luz de nuestros días, Sola Parker trata de conocer más sobre el viento solar.
El viento solar es una corriente de partículas energéticas que se liberan desde la atmósfera superior del Sol (la mencionada corona solar) y que puede llegar a afectar al correcto funcionamiento de los satélites y a perturbar las tecnologías electrónicas, por lo que conocer más al respecto es un asunto de gran importancia. Y muy difícil de lograr, dado que ni la superficie del Sol es sólida como para poder observarla con precisión ni acercarse a ella ha sido nunca sencillo. Ni siquiera después de que la humanidad descubriera que -sorpresa- la cera no es el mejor material para intentarlo.
Así ha sido hasta ahora que los descubrimientos de la sonda Sola Parker están comenzando a llegar. Se ha confirmado, por ejemplo, que el Sol no es exactamente redondo, como en los dibujos que hacías en el cole, lo siento, sino que tiene sus picos, sus ondas y sus arrugas. Como todos.
En enero de 2022 la sonda realizará una nueva aproximación al Sol, y así seguirá atravesando la corona solar, más cerca cada vez, hasta que acabe inmolándose contra el Sol. Al final parece un destino inevitable. Esto sucederá en 2025.